Peter Dinklage no puso reparos a la hora de someterse a los rigores del libreto musical de Cyrano en 2019, cuando su pareja sentimental -la dramaturga y guionista Erica Schmidt– se lo pidió.
La idea consistía en transformar el clásico teatral de Edmond Rostand en un espectáculo con canciones pegadizas, y modificaciones importantes en la trama. Y de esta manera, el show comenzó su andadura en el interior del neoyorquino Daryl Roth Theatre.
Tras un tiempo en la cartelera, con críticas y reacciones dispares, el texto y las melodías del citado montaje llegaron a las manos del cineasta británico Joe Wright (Pan. Viaje a Nunca Jamás), quien se mostró entusiasmado con la posibilidad de convertir el animado libreto en una película de ambientación barroca. Un sueño realizado en formato de celuloide, que tiene previsto alcanzar las salas de exhibición en 2022.
Aunque esta empresa audiovisual bien podría ser calificada como un trabajo conjunto de dobles parejas. Por un lado, Dinklage vuelve a validar interpretativamente la pieza de su enamorada Erica Schmidt, mientras que Wright ha tenido la oportunidad de dirigir a su actual media naranja: la estadounidense Haley Bennett (Los siete magníficos).
Este musical, titulado Cyrano, se aleja voluntariamente de las adaptaciones cinematográficas y teatrales anteriores, tanto por aspectos estéticos, como por la necesaria profundidad dramática en las relaciones entre los personajes que componen la trama. Tal vez, la diferencia más llamativa estriba en que el Cyrano de Bergerac de Schmidt no posee una nariz superlativa, tal cual fue descrito por Rostand en 1897; sino que es una baja estatura el complejo que hace al espadachín gascón comportarse de la manera en que lo hace.
No obstante, y a tenor de los comentarios relativos a su paso por el escenario del Daryl Roth Theatre, la obra presenta sus mayores problemas en lo relatico al diseño del triángulo amoroso protagonista, y a los diálogos y monólogos cantados por parte del héroe poeta. Y eso a pesar de que las célebres cartas de amor (escritas por Cyrano a Roxana, aunque las lea en voz alta el taimado Christian) siguen contando con un peso notable en el argumento.
PETER DINKLAGE NO MUESTRA UNA NARIZ SUPERLATIVA
Mucho antes de la gestación del musical de Erica Schmidt, Cyrano de Bergerac ya había sido material de pentagrama, en la ópera del compositor italiano Franco Alfano, que este elaboró en 1936. Sin embargo, el toque de ESch resulta más cercano al trabajo de metamorfosis efectuado con clásicos literarios como Los miserables y El fantasma de la ópera, que a los intereses creativos que alumbraron la ópera de Alfano. Una apuesta deslucida por el hecho de que los números incluidos en el argumento de Cyrano se atisban -.según las críticas después del estreno en el Daryl Roth Theatre– mucho menos espectaculares que los escenificados en los célebres musicales de Claude-Michel Schönberg y Andrew Lloyd Webber.
Sin meterse en comparaciones intrascendentes, Wright se propone aprovechar el contexto situacional de la Francia del siglo XVII, y de los juegos amorosos de Roxana, Cyrano y Christian, para grabar una movie de potente atracción coreográfica; en la que se expongan con imaginación pictórica los claroscuros de una época marcada por las batallas sangrientas, y aderezada con los comportamientos protectores de los aguerridos caballeros para con las damas casaderas.
Dentro de semejante fórmula artística, Peter Dinklage se convierte en un Cyrano de similar talante irónico y afilado que el original, aunque no muestre un apéndice nasal como en el clásico teatral (Rostand se inspiró en el poeta, dramaturgo y pensador francés Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac). A su lado, Haley Bennett encarna a la dulce y enamoradiza Roxana, mientras que el australiano Ben Mendelsohn (Rogue One: Una historia de Star Wars) hace lo propio con el malvado Conde de Guiche, y el joven Kelvin Harrison Jr. (El juicio de los 7 de Chicago) comparece como el bello y poco elocuente Christian.
Sin duda, con independencia de las transformaciones quirúrgicas realizadas a la creación de Edmond Rostand, Dinklage lo tendrá difícil para emular las icónicas interpretaciones de Gérard Depardieu y José Ferrer, como el valeroso espadachín nacido en la región de La Gascuña.
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